Seminario
de Pastoral Mapuche abordó tema de la Violencia en la Araucanía
Violencia en la Araucanía, ¿causa
o consecuencia? Así se tituló el seminario efectuado el viernes 29 de agosto en
el Aula Magna del Arzobispado Concepción, organizado por la Pastoral Mapuche de
la Arquidiócesis y la Comisión de Pastoral Mapuche de la diócesis de San José
de Temuco, con el apoyo de la Vicaría de Pastoral Social de Concepción,
Fundación Instituto Indígena IX región y JUPIC Araucanía.
El primero en intervenir fue
Florencio Manquilef, ngenpin (quien tiene la autoridad para hablar), que
ofreció una mirada de lo que acontece en el territorio donde están los mapuche,
bajo el título “Visión y mirada
testimonial reflexiva sobre la violencia territorial, humana y espiritual mapuche
en la Araucanía”. Expuso que “la
violencia en la región de la Araucanía tiene una raíz, lo que se sembró se está
cosechando”. “Creo que la violencia se ejerce cuando hay atropello, y el
atropellado se defiende, por lo tanto la violencia tiene origen, historia,
pasado y presente, es una historia que se instaló desde la colonización, la
conquista y la mal llamada pacificación de la Araucanía y evangelización a los
herejes. Esto es lo que se sembró y esto es lo que se cosechó: sólo violencia,
angustia, dolor, lágrimas y sangre”.
En este camino, Manquilef se
refirió a cuatro momentos difíciles: “el
primero fue por la ideología política de la colonización y conquista acompañado
por la evangelización desde 1492 a 1536-1552. El segundo, con el propio Estado
chileno, el honorable ejército de la nueva nación que comienza a declarar la
guerra al pueblo mapuche con la mal llamada pacificación de la Araucanía; el
tercer enfrentamiento con los colonos de Europa y los militares premiados por
la guerra del pacífico ya asentados en nuestro territorio, donde hubo asaltos,
robos, quema de rucas y siembras, violaciones, maltratos, enajenaciones de las
tierras e introducción del alcohol a cambio por la tierra. Y finalmente el
cuarto enfrentamiento hoy con las grandes empresas nacionales y transnacionales
enajenando, expropiando y privatizando los pocos recursos que van quedando a
través de los grandes mega proyectos interviniendo a través de una política
desarrollista y asistencialista. ¿Cómo pudo y puede resistir tanta violencia
sobre violencia y maltrato nuestro pueblo?”, se preguntó.
En su mensaje final, el primer
expositor manifestó que “la justicia y la
paz no se construyen con discursos xenofóbicos, con palabras mezcladas con
odio, ni con discursos de superioridad ridiculizando y minimizando al otro”. “La
justicia y la paz no se construyen criminalizando y encarcelando a los lonkos y
líderes weichafe que luchan y alzan su voz reclamando su derecho”. “Vienen días difíciles para los seres
vivientes de la tierra en lo que se refiere a la vida humana y a la
biodiversidad y está próxima la lenta muerte de nuestra madre tierra y cuanta
vida existe en ella. La lenta muerte de los seres humanos por la destrucción de
la base esencial que es la familia, por la sectorización y fragmentación de las
comunidades, por el individualismo, acaparamiento y empoderamiento sociológico
y cultural del comercio imperante”.
En segundo lugar intervino el
historiador Pablo Marimán, quien destacó varias ideas como por ejemplo que “se insiste sobre el pasado porque es
imposible comprender el presente, lo que sucede en la actualidad, si no
captamos que hay un hecho en la historia en el cual esa cierta relación de
equilibrio de la sociedad mapuche con la sociedad huinca, se rompe a favor del
mundo huinca, que pasa a ser dominio exclusivo de quienes construyeron el poder
y el Estado entero”. Así, se refirió a la “naturalización” del acto de
repartirse tierras que pertenecen a otros, en alusión al período de conquista
en el cual se empieza a deshumanizar y mirar para abajo “a esa gente primitiva, incivilizada, que no se asemeja a la cultura
de los europeos de la época”.
Marimán también se refirió a la guerra
que el Estado aplicó en contra del pueblo mapuche, que parte en 1860 y culmina
en 1885, 25 años en los cuales insistentemente las tropas del ejército de Chile
irrumpen en el territorio del sur del río Bio – Bio y van empujando la
frontera. Aquí, hizo referencia a los grupos civiles de colonos, “que brindan un apoyo táctico a las
políticas de conquista que se emprendió en la guerra de la Araucanía y a
quienes se asignó el 95 por ciento del territorio que ocupaban los mapuche
desde Bio – Bio al sur en el año 1860”.
Como tercer punto, el historiador
detalla que “el Estado, una vez dentro
del territorio mapuche, va a reproducir su institucionalidad, sus normas, sus
leyes. No va a gobernar estos territorios en los lonkos, pero trae sus
instituciones para operar en estos espacios. Instituciones económicas,
políticas, educativas, religiosas, y esas son las que ahora van a valer y
primar sobre las demás, lo que no es menos porque en el fondo en la actualidad
lo que anima las luchas del pueblo mapuche son las luchas por el territorio
pero la otra parte es quién decide sobre lo que se hace en el territorio, que
es una cuestión de gobernabilidad del espacio. Hoy gran parte de las tierras
están plantadas de pino y eucaliptus, y a nadie le preguntaron”. “El acto
violento que encierra esto es que al pueblo mapuche se le corta el derecho de
autogobernarse que se traspasa a las instituciones estatales”.
Finalizando las intervenciones
correspondió el turno al teólogo Jorge Costadoat sj, quien de entrada pidió
disculpas a la audiencia y dijo que tuvo que cambiar lo que tenía previsto
presentar al oír a los dos oradores anteriores. “Me tocó, me conmovió lo que han compartido. Es conmovedor escucharlos,
es una historia de mucho sufrimiento e injusticia, de la cual nosotros los
huincas nos hemos beneficiado porque el silencio ha sido favorable a los que
nos ha ido bien en este país y lo digo con vergüenza, a uno no le tocan
responsabilidades directas de las injusticias que ocurren pero sí el pecado
social, estructural, que son modos de organizar la vida que benefician a unos y
perjudican a otros”.
“Hay
que distinguir violencias y violencias porque hay una violencia que puede ser
una reacción a la injusticia y otra que verdaderamente puede ser una
injusticia. Y eso queda, se sufre, produce rabia, odio, y merece silencio, ser
escuchado por los que no lo han sufrido. Mientras al país no le entre hasta los
huesos esta experiencia de sufrimiento injusto por siglos es muy difícil decir
paz, paz”.
Costadoat concluyó afirmando que “la Eucaristía, que es la mesa compartida,
tiene que ser no la mesa de la paz sino la mesa de la reconciliación. La
historia está en disputa, hay injusticias históricas, hay atropellos, y para
que podamos comer en paz el pan eucarístico hay que saber que es pan de
hermanos y que nuestras sociedades muchas veces son fratricidas. Vamos a comer
el pan en paz cuando haya justicia”.
Al terminar el Seminario el Pbro.
Hernán Llancaleo, asesor de Pastoral Mapuche de la Arquidiócesis de Concepción,
evaluó el encuentro como muy edificante. “Hay
una amplitud del horizonte de la temática de la violencia hacia atrás, hay orígenes,
fue una exposición que quedó gustando. Creo que estas reflexiones hay que
volver a escucharlas, el tema no se agota, hay que difundirlo, gustar para
comunicarlo, y como se dijo acá hay mucha historia que no está escrita pero que
sí es oral, y eso es lo que hay que descubrir, esas historias orales que son
verídicas”.
Larry
Henríquez Bravo – Periodista
Unidad
de Comunicaciones
Vicaría
de Pastoral Social
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